Menos Pantallas, Más Texturas: Las Lecciones del Retail en 2025

Diciembre tiene algo de inventario emocional. En las bodegas se cuentan unidades; en las oficinas, aprendizajes. Y este 2025 dejó lecciones que vale la pena documentar antes de que el vértigo de enero las diluya.
Fue el año del regreso a lo físico. No porque lo digital haya perdido relevancia —el retail phygital sigue siendo el camino— sino porque la industria recordó algo fundamental: la tecnología complementa la experiencia táctil, no la sustituye. Lo que el consumidor toca, huele, siente en sus manos es la base sobre la cual todo lo demás se construye.
Para quienes diseñamos experiencias en el punto de venta, 2025 no fue un año de revolución. Fue algo más valioso: un año de reconciliación con los fundamentos.
Lo que el Retail Recordó
Durante una década, la industria persiguió lo digital con entusiasmo genuino. Pantallas en los displays, sensores de proximidad, experiencias de realidad aumentada. La promesa era real: datos en tiempo real, interactividad enriquecida, el futuro del retail.
Lo que pocos anticiparon fue un desbalance silencioso.
El consumidor de 2025 llegó al punto de venta saturado de estímulos digitales. Pasó ocho horas frente a una computadora, revisó su teléfono docenas de veces, consumió contenido en cada momento libre. Y cuando finalmente entró a una tienda física, buscaba algo que las pantallas no podían darle: experiencia sensorial genuina.
Las marcas que entendieron esto no abandonaron lo digital —sería un error—, pero rebalancearon prioridades. Primero los materiales, después la tecnología. Primero la textura que invita al tacto, después el código QR que extiende la experiencia. El resultado fue revelador: displays con fundamentos táctiles sólidos y capas digitales bien integradas generaron tiempos de interacción notablemente superiores a aquellos que apostaron todo a las pantallas.
No fue un paso atrás. Fue recordar el orden correcto.
La Sostenibilidad Cruzó el Umbral
Hay un momento en la evolución de cualquier tendencia donde deja de ser diferenciador para convertirse en requisito. Para la sostenibilidad en material POP, ese momento fue 2025.
Hace tres años, un display fabricado con plástico recuperado del océano era historia de prensa. Hoy, llegar a una junta con retailers sin componente ambiental en la propuesta es llegar incompleto. Costco, Liverpool, Palacio de Hierro —los jugadores que definen las reglas del juego— endurecieron sus criterios. La conversación ya no es "¿tienen opciones sustentables?" sino "¿por qué esta propuesta no es sustentable?"
Pero aquí viene la observación que pocos están haciendo: el consumidor no quiere sostenibilidad sacrificando estética. Los displays que ganaron en 2025 fueron aquellos que lograron integrar materiales recuperados sin que parecieran "reciclados" en el sentido peyorativo.
Esta distinción es crucial. La primera generación de materiales sustentables pedía perdón por su apariencia. La segunda generación —la que se consolidó este año— compite de tú a tú en acabados con materiales vírgenes. Acrílico reciclado con claridad indistinguible del convencional. Cartón técnico con resistencia estructural que antes requería plástico. Composites de origen vegetal con texturas que invitan al tacto.
El estándar que emerge es claro: sostenibilidad premium. Lo uno sin lo otro ya no es suficiente.
El Redescubrimiento de los Materiales
Si 2025 tuvo un protagonista silencioso, fueron los materiales mismos. No como commodity a especificar en la última página del brief, sino como decisión estratégica que define la experiencia.
Hubo un hilo conductor en los proyectos más exitosos del año: la elección de material precedió al diseño, no al revés. En lugar de diseñar primero y luego buscar con qué fabricarlo, las marcas líderes empezaron preguntando qué material contaba la historia correcta.
El cartón técnico de alta ingeniería tuvo su año de llegada. Durante demasiado tiempo fue sinónimo de "temporal" o "económico" —el material que usabas cuando no había presupuesto para algo mejor. En 2025, esa percepción se invirtió. Vimos displays de cartón en posiciones premium, soportando productos de alto valor, durando temporadas completas sin deformación. El material dejó de pedir disculpas.
Lo mismo ocurrió con los composites de origen vegetal. Fibras agrícolas, residuos de producción de alimentos, incluso estructuras cultivadas a partir de hongos. Lo que hace dos años era curiosidad de laboratorio empezó a aparecer en pilotos comerciales reales. La viabilidad técnica quedó demostrada. La conversación se movió a escala y costos —que es exactamente donde debe estar cuando una innovación madura.
Pero quizás el cambio más significativo fue mental, no técnico. Los equipos de trade marketing empezaron a visitar plantas de producción de materiales, a entender procesos, a hacer preguntas que antes delegaban completamente a proveedores. El material dejó de ser caja negra para convertirse en territorio de conocimiento estratégico.
Lo que Nadie Está Diciendo Sobre 2025
Hay una lección del año que no aparece en ningún reporte de tendencias, probablemente porque es incómoda para la industria: gran parte del material POP producido en 2025 no debió existir.
No por mal diseñado o mal fabricado. Por innecesario.
La sobresaturación de displays en piso de venta alcanzó un punto donde el efecto neto de agregar uno más era frecuentemente negativo. No solo para la marca que lo implementaba, sino para la categoría completa. Más ruido visual, más fatiga del consumidor, menos impacto por unidad.
Las marcas que destacaron hicieron algo contraintuitivo: implementaron menos displays en menos ubicaciones, pero con mayor calidad de materiales y mayor claridad de propósito. La concentración de recursos generó mejor retorno que la dispersión.
Esta es una conversación difícil de tener cuando el modelo de negocio de muchos proveedores depende del volumen. Pero es la conversación honesta: en 2025, menos fue frecuentemente más.
Asomando 2026
Sin pretender el análisis completo —eso vendrá en su momento—, hay señales que vale la pena nombrar.
El biomimetismo llegará al retail comercial. Los laboratorios de materiales llevan años estudiando estructuras naturales: superficies autolimpiantes inspiradas en hojas de loto, estructuras ultraligeras copiadas de huesos de aves, acabados iridiscentes replicando escamas de insectos. En 2026, los primeros displays con estas aplicaciones llegarán al piso de venta. No como curiosidad, sino como ventaja funcional: materiales que requieren menos mantenimiento, resisten mejor el uso intensivo, comunican innovación sin necesidad de explicarla.
La economía circular cerrará el loop. Hasta ahora, la conversación de sostenibilidad se enfocó en el origen de los materiales. En 2026 se moverá hacia el destino: qué pasa con el display cuando termina su vida útil. Las marcas empezarán a exigir planes de fin de vida. No bastará que el display sea de material reciclado; deberá ser reciclable en sistemas reales, no teóricos.
Y quizás lo más interesante: los materiales empezarán a contar historias específicas. Un display fabricado con plástico recuperado de las costas de Oaxaca cuenta algo diferente que uno de plástico reciclado genérico. La trazabilidad del material se convertirá en activo de marca. El origen dejará de ser nota al pie para volverse parte de la narrativa.
Primero los Basics, Después Todo lo Demás
2025 enseñó algo que la industria necesitaba recordar: la mejor tecnología del mundo no salva un display con materiales mediocres. Pero materiales extraordinarios pueden brillar con o sin tecnología.
El retail phygital sigue siendo el futuro. Los códigos QR que extienden la experiencia, las integraciones digitales que generan data, las activaciones que conectan lo físico con lo online —todo eso importa y seguirá importando. Pero 2025 dejó claro el orden de prioridades: primero la base táctil, después las capas digitales.
El año que termina no fue sobre elegir entre pantallas o texturas. Fue sobre recordar qué va primero.
2026 traerá nuevas presiones, nuevos briefs imposibles, nuevos retailers exigiendo más con menos. Pero la brújula está clara: invertir en materiales no es retroceso. Es construir fundamentos sólidos sobre los cuales todo lo demás puede funcionar.
El consumidor no quiere menos tecnología. Quiere tecnología que complemente experiencias táctiles memorables.
Gracias por acompañarnos este 2025. En TI-HUAN cerramos el año con la convicción de que el futuro del retail no está en elegir entre lo físico y lo digital, sino en integrarlos con el orden correcto. Nos vemos en 2026, listos para seguir construyendo desde los fundamentos.







